Y no nos cansamos de decir que #enfurgomolamas. Campo de Criptana ha sido otro de los lugares que el azar y San Google quisieron que visitaremos junto con los pueblos de Trillo, Priego de Córdoba y los campos de lavanda de Brihuega.
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Pernoctamos rodeados de molinos que Miguel de Cervantes escribía: “En esto descubrieron 30 o 40 molinos de viento que hay en aquel Campo…” El de Criptana. Cervantes iniciaba así el capítulo octavo del Quijote, quien los confunde con gigantes contra los que luchar.
El ingenio y la experimentación hicieron posible encajar las diferentes piezas en el habitáculo de la caperuza con un tamaño exacto, para que las aspas sean lo suficientemente ligeras para que la fuerza del viento pueda mover sus elementos, ser lo suficientemente pesadas para mover las grandes piedras que hacen que el trabajo del molino sea rentable y, por último, ser lo suficientemente ligeras para que un operario o dos puedan hacer girar la caperuza con todo el peso de la maquinaria (unos 5.000 kilos).
Los molinos de viento constan de tres partes: la cuadra (habitación inferior del molino), en la que se depositan los sacos del cereal que iban a ser molidos y los sacos de harina ya molida; la camareta, habitación en la que se cernía la harina de trigo; y, por último, la tercera planta, en la cual se encuentra la maquinaria.
(Textos de la Guía ‘Los molinos de viento de Campo de Criptana’)
Desde luego el momento más mágico fue el atardecer. Una puesta de sol preciosa, donde ...
Y por fin ver los gigantes que Don Quijote y Sancho Panza vieron.
Esperamos que si algún día os acercáis hasta aquí tengáis la misma suerte e imaginación que nosotros.
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